miércoles, 18 de septiembre de 2013

Soy una señora

Pues tal como lo lee usted infiel lector. Sin darme cuenta, sin previo aviso, me sorprendió por la espalda. Es una de esas cosas que no quieres creer que te esté pasando a ti, además de usar todas tus fuerzas humanas para ocultarlo. Cada que hacemos el amor, cada que me duermo y despierto entre sus brazos el deseo se acrecienta. Empiezo a sentirme hastiada de ver publicaciones en las redes sociales de que todas se casan y muestran sus anillos y la boda y hasta la luna de miel.

He vivido ya casi diez años pensando que eso "nunca me sucederá" por el simple hecho de que nunca me ha sucedido. Veo a las que tienen nupcias en puerta o ya se han casado y me pregunto qué tienen de especial. Antes de subirme en el barco que me llevará a recorrer su fabuloso cuento de hadas, ése que sólo está en mi mente y dista mucho de la realidad, trato de ubicarme a mí misma y me tranquilizo diciendo "seguro todos los días se la pasan barriendo y limpiando su casa."

Después bajo esa premisa, trato de ser lo más realista posible: si me caso voy a cambiar mi vestido de princesa por el de una chacha. Tendré que lavar, planchar y cocinar y antes de eso, aprender las primeras dos. Despierto de mi dosis de realidad cuando la carita de un niño me cautiva y comienzo a pensar que sería lindo tener una versión mini de mí + quien sea mi marido, algún día. No me subestime, súper infiel lector. Tengo mis planes B,C,D y E. No los revelaré todos en esta entrada pero algunos de ellos incluyen adoptar yo sola a un niño extranjero, japonés para ser exactos, además de radicar en un bello lugar que queda a miles de kilómetros, del otro lado del Atlántico.

Así es infiel lector: yo, con todo lo que sé y he aprendido hasta este momento de mi vida, NO vivo para casarme. Estoy consciente de que la vida en pareja puede llegar a ser difícil y que antes de que caminen por mi casa versiones pequeñas de mí misma, tendré que tener un patrimonio y una relación de pareja 'increíble'. No vivo para casarme porque sé que no estaré casándome para protagonizar un cuento de hadas a menos que vaya a ser la siguiente princesa de Disney o me case con alguno de los hijos de Slim, que btw, ya están tomados.

Anhelo la relación de pareja, esa que es una mezcla de amistad y pasión. Quiero desvelarme viendo películas o jugando un juego de video, pero también quiero noches donde no dejemos de amarnos. Quiero alguien que me diga que todo estará bien cuando siento que el corazón se me va a salir del pecho por palpitar tan rápido y alguien que comparta una o dos de mis manías. Quiero que alguien me quiera - con todo lo que esa palabra conlleva- que haya visto el peor de mis lados y no salga corriendo como un marica. Quiero alguien - por increíble que parezca en mi caso- a quién seguir.

Quiero a ese hombre que me deja perseguir mis sueños pero que está a mi lado en caso de que caiga. Quiero que me dé fortaleza cada vez que siento que no lo lograré. No quiero ser la señora, esa que no tiene nada de qué hablar con su marido y apenas se atreve a soltar un gemido o dos mientras lo hacen. No quiero ser la aburrida para que él salga a buscar a la divertida.

Entonces mi mente regresa. Me pregunto ¿por qué piensas todo eso si ni siquiera te han dado un anillo? Entonces me trato de convencer. No soy una señora. (Y por lo que veo, no seré una pronto.) Shh. No soy una señora. (Y si no lo eres, quién sabe para cuando.) ¿Por qué dejo que mi cerebro me torture así? No soy una señora. (¿Y si le escarbas algo al pastel cuando pidan el postre?) No soy una señora. (¿Y si le das un ultimátum?)

Está bien. Por los últimos meses me he empeñado en querer ser una señora. Pero no lo logro. Entonces les digo a todos que eso de casarse está overrated y que quién sabe si yo lo haría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario